En los últimos años, los filtros de luz azul para las gafas se han popularizado mucho. Este tipo de lentes se recomiendan a menudo en las ópticas en base a que pueden reducir la fatiga ocular o proteger la retina durante el uso de pantallas, entre otras razones.
Hace ya 5 años que la Academia Americana de Oftalmología advertía sobre las flaquezas de los estudios que sustentan las «bondades» de los filtros azules. Recientemente, una revisión sistemática de estudios publicada en la revista Cochrane Database of Systematic Reviews concluye que «los resultados de la revisión no apoyan la prescripción de gafas con filtro de luz azul a la población general».
La revisión sistemática de ensayos clínicos aleatorizados es, tras el metaanalisis, el mayor nivel de evidencia científica disponible. En este caso, solo 17 ensayos clínicos aleatorizados fueron seleccionados para revisión (pues el resto de estudios ofrecen un nivel de evidencia menor), y aún así, presentaban debilidades en su metodología.
Por tanto, los filtros de luz azul, tan promocionados en los últimos años, no ofrecen ventajas reales para la salud visual de los pacientes, ya que se basan en premisas que solo tienen lugar en condiciones experimentales y no se corresponden con la exposición real del ojo humano.