Los defectos de refracción, además de la vista cansada, son la miopía, la hipermetropía y el astigmatismo. En la miopía la imagen se enfoca por delante de la retina, y precisa de lentes con potencia negativa para llevarla al plano retiniano. En la hipermetropía ocurre al revés, se proyecta la imagen por detrás de la retina y ha de compensarse el defecto con lentes de potencia positiva para enfocar la imagen correctamente. Por el contrario, en el astigmatismo, el enfoque no se realiza en un solo punto delante o detrás de la retina y la intensidad del defecto reside en su mayor parte en la córnea, que es la principal lente del ojo. Normalmente la córnea es más curva en un meridiano que en su complementario, por lo que la imagen se proyecta en dos focos distintos según los meridianos de mayor y menor potencia. Por todo ello, la corrección se ha de realizar en el eje oportuno para que ambas imágenes estén en el mismo plano.
Además de la corrección con gafas, las lentes de contacto son un elemento popular para la corrección de los defectos de refracción. Es importante su correcta adaptación, uso responsable, higiene de las lentillas y estuches para prevenir los potenciales riesgos asociados a su uso, principalmente las infecciones corneales y sus secuelas.
En cuanto a la corrección quirúrgica de estos defectos puede hacerse mediante láser aplicado en la córnea. El LASIK (Laser Assisted in Situ Keratomileusis) es la técnica más popular para la corrección de las ametropías por la rapidez con que se recupera la agudeza visual. Con este procedimiento, se talla una lamela o flap corneal bajo el cual se realiza el tratamiento con láser excimer que corrige la refracción deseada, reponiéndose el flap sobre el lecho corneal intervenido. Hoy sabemos que la estimación del porcentaje de tejido (córnea) que se modifica en la intervención es un parámetro fundamental para el éxito, junto a otros como la topografía corneal, enfermedades corneales previas, etc. Por ello, un minucioso examen preoperatorio debe seleccionar o excluir aquellos pacientes que son susceptibles de ser intervenidos en virtud de las dioptrías que se han de corregir, del espesor corneal, etc. La PRK o Cirugía de Superficie, no goza de la misma popularidad por la incomodidad de su postoperatorio, pero puede ser una gran alternativa para pacientes que, por espesor corneal, o por actividades laborales o de ocio, no son buenos candidatos para la cirugía LASIK. En la PRK (Photo Refractive Keratectomy) no existe flap, por tanto, es menos el tejido que se altera. En contrapartida, para aplicar el láser excimer debemos retirar el epitelio corneal, siendo el proceso de cicatrización más lento, del orden de 3-4 días.
Cuando no es posible hacer el tratamiento en córnea, pueden corregirse los defectos refractivos con lentes intraoculares fáquicas, que son aquellas que se implantan en un ojo que todavía conserva su propio cristalino (del griego phakos). A pesar de ser una cirugía intraocular y menos popular que la corrección con láser, cuenta con la gran ventaja de la reversibilidad, puesto que estamos añadiendo una lente, no quitando tejido. El estado del endotelio (la capa más interna de la córnea) y el espacio disponible en la cámara anterior del ojo, son los factores más importantes a la hora de poder implantar este tipo de lentes. Las lentes tipo Artisan / Artiflex se implantan ancladas al iris, con un sistema semejante a una pinza de langosta, lo que facilita su orientación en caso de precisar corrección de astigmatismo. Por su posición, están más próximas al endotelio, por ello es preciso que haya una distancia suficiente entre la lente y el mismo para evitar su daño. Las lentes ICL se emplazan entre el cristalino y el iris. Presentan la ventaja de estar más alejadas del endotelio corneal, pero más cerca del cristalino. Por ello, si la distancia al cristalino fuese muy reducida, habría el riesgo de desarrollar opacidades del cristalino (cataratas) en mayor o menor grado. Con independencia del tipo de implante elegido, el paciente no debe dejar de hacer sus revisiones periódicas, puesto que suelen ser pacientes con miopías elevadas y aunque han corregido la graduación, corregir no es curar, y sus retinas siguen siendo miopes con los riesgos de desprendimiento de retina que ello conlleva. Además, si hubiese algún cambio en el segmento anterior del ojo y se estuviese afectando el endotelio corneal, en sus revisiones periódicas se le detectaría precozmente.
Cuando por cuestión de edad, y la aparación de la presbicia, la cirugía láser o con lentes fáquicas no puede cubrir las necesidades visuales del paciente, se pueden emplear lentes pseudofáquicas, es decir, realizar una cirugía de catarata con el correspondiente implante para la correción de los defectos de graduación y la presbicia, aspirando a la máxima independencia de gafas posible.
Efectivamente, lo mismo que el porte de lentes de contacto tiene riesgos, la cirugía refractiva tiene sus riesgos, ventajas e inconvenientes particulares, aun siendo muy segura y de las cirugías electivas más satisfactorias para los pacientes. Por ello es necesario que, si desea operarse, se asesore con un oftalmólogo experto para valorar su caso y elegir la mejor opción para sus necesidades.