El cristalino es la lente natural del ojo, que permite el enfoque en tareas de visión próxima. Con la edad, pierde esa capacidad de acomodación, de forma que sobreviene la presbicia o vista cansada. Esta disfunción del cristalino puede ser compensada de forma sencilla con gafas de cerca. Con el tiempo es posible que además ese cristalino se opacifique, de forma que la luz no pase con normalidad a su través y las imágenes no puedan enfocarse en la retina con la nitidez deseada, aún con la mejor corrección óptica posible: eso es la catarata.
El momento de operar la catarata, es relativo, y con la cirugía moderna de catarata es el paciente quien elige cuándo operarse de acuerdo a sus necesidades visuales, siempre que no haya otra circunstancia que lo aconseje. Actualmente, salvo casos especiales, el método habitual más estandarizado y seguro es la facoemulsificación de la catarata mediante ultrasonidos, a través de incisiones de aproximadamente 2.2 mm, seguido del implante de una lente que reestablecerá el enfoque de la imagen con nitidez en la retina.
Actualmente, la cirugía de catarata dispone de gran variedad de lentes correctoras para ser implantadas:
- Monofocal: proyecta la luz en un solo foco. Son las más empleadas por su sencillez y buena rehabilitación visual. Solo corrige defectos esféricos y para una distancia focal, habitualmente lejos. Tras su implante, habitualmente el paciente requerirá una gafa para lectura o tareas de precisión, así como para corregir defectos refractivos residuales (astigmatismo).
- Monofocal tórica: permite corregir el astigmatismo corneal preexistente aprovechando la misma intervención de catarata. De esta manera, se intenta corregir la mayor parte de la graduación que el paciente pudiera tener previamente, minimizando los defectos residuales, logrando la máxima independencia de gafa para lejos, pero necesitando la gafa de cerca para tareas de visión próxima, como la lectura.
- Multifocal o multifocal tórica: con este tipo de lentes, se busca corregir todos los defectos refractivos, incluida la compensación de la presbicia. Este tipo de lentes distribuyen la luz en dos (bifocal) o en tres (trifocal) focos, para visión lejana y próxima, lo que puede hacer que, ocasionalmente, en circunstancias de baja iluminación, se puedan percibir «halos». Es el implante más adecuado para el paciente que desea independencia de gafas, tanto de lejos como de cerca, siempre que el resto de las circunstancias del ojo acompañen.
De lo antes dicho puede deducirse que no hay lentes mejores o peores en sí mismas, sino que paciente y oftalmólogo deben acordar, en función de las expectativas visuales y las actividades diarias, deseo de independencia de gafas o no, motivación, etc. cuál es el tipo de lente más conveniente para cada caso.